jueves, 12 de noviembre de 2009

Sí, usted me marcó!

Fue una de las personas que más me marcó en la vida. Sacando a los clásicos modelos de padres que todos tenemos en nuestras vidas (y que estoy orgullosa de seguirlos), ella es sin duda el modelo de persona, profesional y compañera que más quiero seguir. Hasta el día de hoy, nunca la había visto con las comisuras de sus labios para abajo. Siempre entraba con una sonrisa enorme, la mejor buena onda y su clásica frase "Arriba 5to, hoy es el último [12 de noviembre de 2009] (la fecha cambia según el día corriente) que nos saludamos." No hay nada que esa mujer no haya experimentado o haya temido probar. No tengo idea la cantidad de carreras que hizo ni de la cantidad de cosas que trabajó. Tendrá entre unos 40 y 45 años pero vivió la vida tan intensamente y con tanta pasión que pareciera que está acá desde hace mucho antes. Con una sola mirada es capaz de identificar perfectamente a una persona y no es de esas que usan lo que ven en tu contra sino que trata de ayudar en lo que puede, siempre con un tacto y un cuidado perfecto para nunca herir a nadie. Sería incapaz de herir a alguien. No porque sea de esas personas que tienen miedo a lo que el otro pueda llegar a pensar sino porque no le encuentra sentido hacerlo. La tuve solo dos años en la secundaria pero me marcó tanto que podría confiarle cosas que a otras personas que conozco desde toda la vida no podría.
Me acuerdo que cuando la ví la primera vez, me asustó. Con su metro ochenta aproximadamente, su cuerpo derecho y su voz tan segura me daba el aspecto de que sería una materia difícil y una profesora algo jodida. Después de todo, todavía no sabia de que se trataba su materia. Era teoría de la comunicación en ese momento (ahora se transformo en "medios, lenguajes y manifestaciones" y "observación en medios") y la juzgué tan mal en ese primer día. Terminó siendo una persona admirable. Su metro ochenta se impone, su voz te entretiene y su seguridad hace que no puedas escuchar otra cosa mas que lo que ella tiene para contar. Cuando da sus clases es como si fuera un imán que te tiene hipnotizada y la hora se pasa volando porque lo da con tanta pasión y dedicación que hasta da envidia por querer amar una profesión tanto como lo hace ella.
Vengo queriendo escribirle algo desde mitad de año porque así como ella me entrega todo lo que puede, creo que es justo darle una devolución. Tiene derecho y debería saber lo que causa en sus alumnos para que nunca deje de hacerlo porque así como siempre nos quejamos de lo que está mal, hay que reconocer lo que está bien y lo que el otro hizo bien por nosotros. Pero cuando me sentaba a escribir no sabía por dónde empezar. Hoy, exigió una devolución pero su clase especial de cierre de año me hizo llorar tanto que no podía pensar ni decir nada que se entendiera correctamente. Hacía un par de semanas que nos había avisado que hoy, 12 de noviembre, nadie faltara porque tenia una sorpresa especial para nosotros. Todos obedecimos y hubo asistencia perfecta. Era la primera hora de la mañana. Nos saludó: "Buenos dias quinto, hoy es el último 12 de noviembre de 2009 que nos saludamos. Pueden sentarse." Detrás de ella estaba el grabador del colegio. Antes de empezar nos pidió completo compromiso con el ejercicio que estaba por hacer. El que no quería tenía todo su permiso de retirarse ya que las autoridades estaban avisadas y nadie sería castigado si no quería presenciar esa clase particular. Nadie se paró. Ella se alivió. Nos pidió que cerráramos los ojos y que por favor nadie se riera ni hablara. Yo tenía miedo de que fuera algún ejercicio donde hubiera que expresarse a los gritos o alguna actividad liberadora donde tendríamos que perder la cordura por un minuto. No se me dan bien las expresiones en voz alta pero aunque fuera así lo iba a hacer. No me iba a perder algo que ella preparó con tanto esfuerzo y si lo había pensado especialmente para nosotros iba a valer la pena aunque me pusiera roja como un tomate y no me animara. Todo lo contrario. Ya habíamos cerrado los ojos. Prende el grabador y se empiezan a escuchar olas con una pequeña melodía a ritmo. Con su perfecta voz de locutora nos hace un viaje a la playa. No podía haber elegido mejor lugar en el mundo para mí. Nos hace sentir la arena, el viento, el sonido de las olas y su temperatura al tocar nuestros pies. Una vez relajados, nos pide que llevemos a alguien especial con nosotros. Lo más esperable en mí hubiera sido que se apareciera mi mamá a mi lado. La persona que más quiero en el mundo. Pero para mi sorpresa (realmente sorprendida), no pude llevarla a ella, sino a Luciana, mi amiga desde 1er año y que se siente atrás mío en el curso. No se porque en cuanto la profesora lo pidió, se me apareció ella pero sin duda era alguien que debía estar ahí. Ya no podía aguantar el nudo en mi garganta así que deje que las lágrimas corrieran sin esfuerzo por retenerlas. Estaba demasiado concentrada en la voz de la profesora como para preocuparme por que se me corriera el delineador o como para preocuparme por lo que alguien pudiera pensar. Creía que era la única que se había quebrado pero puse un poco más de atención y escuché algunos gemidos muy bajitos que provenían del lado opuesto del aula. La profesora nos hizo recorrer el rostro de esa persona elegida, como el viento soplaba en sus cabellos y como solo unos centímetros de arena nos separaba entre las dos. Después debíamos darles las gracias o pedirle perdón por algo y abrazarla. Pude verme perfectamente en esa playa con Luli enfrente y agradeciéndole sus años de amistad y respeto cuando a mi me costó tanto abrirme a ella. Después, nos hizo traer a esa playa a nosotros mismos, a nosotros cuando solo teníamos unos 5 años más o menos y ver cómo habíamos cambiado. Teníamos que abrazarnos a nosotros mismos. Volver a recordar como era ser inocentes de nuevo. Lamentablemente, en esta parte no pude concentrarme tanto porque seguía pensando en Luciana en esa playa conmigo como mi mejor amiga y como una de las pocas que pudo conocerme algo más que el resto, si no digo la única. Me shokeo tanto porque hasta ese momento no lo había pensado. La había puesto al mismo nivel que el resto de los que estaban en el aula conmigo y apenas conocían algo más que mi nombre y algunos gustos. Estaba equivocada y la profesora con un simple ejercicio me abrió una nueva visión que no pienso desaprovechar en el futuro porque si hay algo que me enseñó es que no hay que tener miedo a decir lo que uno siente y a dejarse conocer. Yo mientras seguía llorando y las lagrimas salían cada vez con más facilidad... Ahora habíamos pasado a la tercer etapa del ejercicio, teníamos que vernos a nosotros mismo saliendo por la puerta del colegio que me resguardó por 14 años. Teníamos que traspasar ese portón verde espantoso para salir a las cosas nuevas que nos esperan. Teníamos que despedirnos como lo habíamos hecho con ese niño pequeño hacía solo unos minutos antes. Su voz calló. No había un solo ruido más que los gemidos que había escuchado antes. Nos dio un minuto para que cuando estuviéramos listos volviéramos a abrir los ojos. De a poco uno a uno los fue abriendo. No había sido la única que se había quebrado. Mientras el ejercicio transcurría, nos había dejado una hoja cuadrada amarilla a cada uno en su banco. Nos pidió que la agarraramos y que anotáramos quién había sido la persona que habíamos elegido en primer lugar para estar en la playa con nosotros. Nos prometió que nadie lo vería. Solo debíamos escribir su nombre y qué le habíamos dicho en ese momento. Lo doblamos en cuatro y lo guardamos. Mi papelito, una hora más tarde de que la profesora de haya ido, se lo mostré a Luciana. La hice llorar de nuevo. No se lo esperaba. Me confesó que mientras hacía el ejercicio ella había pensado que yo me estaba imaginando a mi mamá como hubiera sido lo más común para mí. No había pensado en ninguna otra de las chicas. Solo en mí y mi mamá así que mi papel amarillo la tomó totalmente desprevenida. Es increíble lo que un simple ejercicio psicológico puede hacer. Con una sola hora, me cambió completamente o mejor dicho, con una hora más, esta profesora volvió a cambiarme de mil maneras.
La clase no había terminado ahí. Nos mostró dos cajas. Una roja, en forma de corazón y con un hermoso moño cerrándola. La segunda era cuadrada, de color dorada. Nos preguntó que podría haber adentro. Todos inmediatamente pensamos en bombones. Con una sonrisa cómplice nos dijo que no. Si algo nos había enseñado en sus materias era que no todo es lo que parece, los medios engañan y la gente miente. No tenemos que creer inmediatamente lo que vemos y estas cajas no eran la excepción. En la caja corazón había pulseras para las chicas, que debo decir que eran preciosas, muy de mi estilo. Eran esas pulseras de goma negra con un rectángulo de plata en el medio que están tan de moda últimamente. La segunda caja tenia llaveros para lo chicos, todos de diferentes motivos. Nos dijo que guardáramos ese papelito junto con el regalo que nos estaba haciendo para que dentro de unos años lo volviéramos a ver y podamos acordarnos de cómo éramos en 5to año y también la recordáramos a ella como una profesora que dio todo lo que tuvo y que enseñó con la pasión que la caracteriza y admiro. Ella también se quebró en ese momento. Ella también nos quiere y la tensión era demasiado grande. Se recompuso al poco tiempo. La pulsera me la puse inmediatamente. No me la voy a sacar. Yo tengo una pulsera puesta por cada persona que me marcó en la vida y ella se ganó ese lugar. Cada vez que alguien me pregunte porque tengo tantas, voy a poder acordarme de ella, de su ejemplo a seguir, de su pasión y de lo que me gustaría llegar a ser a su edad. Su pulsera me va a permitir no olvidarme nunca que tengo que seguir siempre para adelante. Ella es un ejemplo de perseverancia y de cómo debe ser vivida la vida. Su papelito amarillo, está guardado en la agenda que armé este año con todos los dibujos que hice de cosas que también me marcaron pensando exactamente lo mismo que ella, en unos años lo voy a abrir para ver que sentía en 5to año. Y la ultima cosa que anoté fue una frase que nos dejó hoy: "Vivir es respirar cada segundo, pero crecer es reivindicarse a uno mismo día a día". Finalmente, ella pidió una devolución del ejercicio y solo dos o tres le pudieron responder. Yo tenía millones de cosas para decirle, pero cómo iba a hacer para organizar mi cabeza con el golpe que acababa de recibir? La lágrimas no me dejaban hablar. Lo único que pude hacer es abrazarla al final de la clase con mis ojos rojos. Pero no podía dejar las cosas así. Ella merece saber el efecto que causa y se va a enterar. Este post es mi forma de devolución hoy, pero se va a enterar.
Sin duda esta persona me marcó con unas horas a la semana durante dos años. Algo que para mí era demasiado poco, pero ahora veo que es posible querer a alguien en poco tiempo sin que sea tu amiga o tu novio. Esta mujer sin duda la voy a recordar como la mejor profesora que tuve, la que más me apoyó a mi, y a todo el curso (cosa que ningún profesor hace), nunca nos vio como chicos de uniforme a los que hay que meterles el conocimiento de prepo en la cabeza porque no sirven para otra cosa, sino que nos dio la oportunidad de expresarnos, de conocerla y de compartir junto a ella dos años impresionantes. Hay muchísimas cosas más para decir de ella, tantas ideas me corren por la cabeza todavía pero sin duda, Fabiana de Latorre es la mejor profesional, persona y compañera que conocí. GRACIAS!

No hay comentarios:

Publicar un comentario